Gestión de la Epilepsia

La epilepsia es una enfermedad cerebral caracterizada por una actividad eléctrica anormal que provoca convulsiones o comportamientos y sensaciones inusuales, y, a veces, pérdida de conciencia, que tiene consecuencias neurológicas, cognitivas, psicológicas y sociales.

Las crisis epilépticas se producen cuando grupos de células nerviosas en el cerebro siguen una señal anormal, cosa que altera brevemente la conciencia, los movimientos o acciones de la persona. Afectan a la corteza cerebral donde están las funciones cerebrales que requieren nuestra voluntad (por ejemplo hablar, entender, memorizar, movernos, prestar atención…) y también es la que recibe información de nuestros sentidos (vista, oído, tacto, olfato y gusto). Por tanto, una crisis epiléptica puede alterar una o varias de estas funciones y por eso las crisis epilépticas pueden ser muy variables. A menudo les dicen “convulsiones” pero las crisis no siempre se manifiestan así. Vamos a intentar describir los diferentes tipos de crisis.

Las crisis de epilepsia pueden ser:

a) Parciales: la actividad bioeléctrica se limita a una zona específica del cerebro. En su forma simple, los músculos de las manos, pies o cara controlados por esa parte del cerebro, se mueven involuntariamente durante la crisis. En este caso no hay pérdida de conciencia.

  • En función de la zona afectada también podemos encontrar diferentes tipos: Motoras ( afectan al aparato locomotor) Gelásticas (de risa): variedad muy atípica que aparece en niños pequeños y que se ríen sin motivo. Sensoriales: el paciente puede ver u oír sonidos inexistentes o tener alucinaciones visuales y auditivas. Psíquicas: sensación de irrealidad como si se encontrara en un sitio extraño ( jamais vu) o un efecto contrario de déjà vu o familiaridad.
  • En su forma compleja, existe una pérdida del estado de alerta; durante estas crisis, no responde o responde de forma incoherente o con conductas inapropiadas. Pueden realizar movimientos automáticos, llamados “automatismos”, que ayudan a identificar las crisis: chupeteos, movimientos bucales con intentos de tragar, frotarse las manos o movimientos de otro tipo que, si no se está atento, pueden pasar desapercibidos. Incluso pueden caminar sin ser conscientes de ello.

b) Generalizadas: afectan a los dos hemisferios cerebrales (lados del cerebro) desde el inicio de la crisis. Las más habituales son:

  • Crisis tónico-clónicas (antes llamadas gran mal): la persona cae al suelo Se inicia con la rigidez de las extremidades (fase tónica), seguido por sacudidas de todo el cuerpo (fase clónica), puede morderse la lengua y perder el control de esfínteres (orinarse).
  • Crisis tónicas: tras una pérdida repentina de la consciencia, los músculos de todo el cuerpo se contraen y sufren una hiperextensión brusca.
  • Crisis atónicas: se produce una pérdida brusca del tono muscular. La persona que se desploma, por lo que se pueden producir lesiones traumáticas en la cabeza.
  • Crisis de ausencia puede poner los ojos en blanco y parpadear; tiene lapsos donde se queda mirando fijamente y no está consciente, por lo que no puede responder. El episodio dura unos segundos y se recupera como si nada hubiera pasado. En ocasiones se repiten varias crisis en cortos periodos de tiempo (“salvas” de crisis). Es más común en niños que en adultos. A menudo son tan breves que no se aprecian por lo que pueden pasar meses y años antes de que el paciente consulte a un médico.
  • Crisis mioclónicas: contracciones rápidas y breves de los músculos corporales, que en general se producen a la vez en ambos lados del cuerpo. De vez en cuando implican un brazo o un pie. La gente suele pensar que son sacudidas repentinas o torpeza y al no acudir al médico su diagnóstico suele ser tardío.

El principal tratamiento para la epilepsia se basa en la utilización de fármacos antiepilépticos.

Desde la primera crisis epiléptica se debe tratar de buscar su causa, porque el tratamiento de dicha causa tiene prioridad sobre el tratamiento de los síntomas de la crisis. En función del tipo de epilepsia de que se trate y las posibles enfermedades que ya padezca el paciente, el tratamiento va a variar.

La medicación suele tener importante efectos secundarios que pueden ir desde el decaimiento y la irritabilidad, hasta la euforia o la dificultad para gestionar las emociones.

Por este motivo, a veces se utilizan otro medicamento (terapia combinada) que contrarresta la acción desmesurada del primero con el fin de encontrar el mejor estado físico y emocional para la persona. Durante este periodo hay que tener paciencia por qué la regulación de las dosis se lleva a cabo durante meses y cada cuerpo la metaboliza de formas diferentes.

No hay una fórmula única, sino que hay que encontrar la mejor para cada persona. Existen otras opciones para los que cada paciente deberá valorar si es candidato por su tipo de epilepsia.

Las crisis convulsivas tónico-clónicas empiezan cuando alguien pierde el conocimiento, se pone rígido súbitamente, cae al suelo y presenta sacudidas. La primera regla de oro es MANTENER LA CALMA, ya que una vez iniciada la crisis, no la podremos detener.
  • Permanezca junto a la persona. Mantenga alejados a los observadores.
  • Proteja a la persona para que no se haga daño – retire los objetos peligrosos del área. Póngale algo blando debajo de la cabeza. Aflójele la ropa ceñida que pueda dificultar la respiración y retire las gafas o cualquier objeto que pueda hacerle daño durante la crisis.
  • Con cuidado, ponga a la persona de costado, para que cualquier líquido en la boca pueda salir sin causar peligro.
  • Anote el tiempo/duración de la crisis convulsiva.
  • Cuando la crisis acabe, comprueba que está recuperado. Para ello, permita que descanse si así lo desea.
  • No traslade a la persona a otro sitio.
  • No se le debe sujetar nunca durante la crisis salvo que los movimientos provoquen golpes sobre la cabeza. Déjela tranquila; sacudirle o estimularle de cualquier otra forma no ayuda a interrumpir el episodio.
  • Nunca intente forzar a la persona para que abra la boca ni le introduzca ningún objeto. Podría lesionarle los labios, la lengua o los dientes o sufrir una mordedura en tu propia mano.
  • No le dé agua, medicación ni comida.
  • No es necesario llamar a un médico o a una ambulancia si la crisis no dura más de cinco minutos si ya ha tenido crisis similares previas. En caso de duda, crisis repetidas o si la persona no estaba previamente diagnosticada de epilepsia debe avisarse al médico llamando a la sala del 112.